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domingo, 18 de noviembre de 2007

Asi, hasta sin receta

Una señora entra en una farmacia y le pide al farmacéutico un frasco de arsénico. El doctor dice:- ¡Señora! ¿para qué quiere el arsénico?- Para matar a mi marido, -responde tranquila la señora.- Disculpe, pero no le puedo vender para ese motivo, -dice el tipo, dispuesto ya a llamar a la policía. Pero entonces la señora saca de su bolso una fotografía en la que se ve a su marido en la cama con la hija del farmacéutico. El doctor mira la foto, trae un frasco y dice:- ¡Aquí tiene, señora. No sabía que traía receta...

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